Eduardo Ignacio Mario Errea Bouyat: nombres que en principio uno asociaría con prosapias añejas, de conquistadores Celtíbaros, emperadores de las Galias o cosas por el estilo. Pero todas esas resonancias “linajudas” se van apagando a medida que nos acercamos al hombre de carne y hueso, al ser humano real –y nunca mejor usado el término “humano” que en este caso- para desaparecer por completo al llegar al humilde sobrenombre del susodicho, por el que todo el mundo lo conocía: el “Tanguito” Errea.
Tan fácil de tenerlo presente, de recordarlo, pero también tanta probabilidad de omitir, por numerosas, alguna de sus facetas o actividades. Una y mil veces citado en el reiterado anecdotario de los asados con guitarreadas, de los partidos de fútbol, de las excursiones y en general de toda las actividades de nuestro pasaje por la Facultad, en particular las del inolvidable Pay69.
Y más aún durante su vida profesional, como “alma mater” de la Opypa histórica, representando al MGAP en las buenas y en las malas, para llevar a cualquier punto del país el apoyo o la ayuda de la iniciativa para el desarrollo local, o siendo portador de la propuesta comprensiva y negociadora cuando las cartas venían mal barajadas.
Y también en el ámbito más académico, entre otras como cofundador, junto a otros compañeros que compartían su entusiasmo, de la Sociedad Uruguaya de Economía Agraria (SUEA), animador y “número puesto” en los Congresos a nivel nacional o regional organizados por la misma.
Pero quizá una de las facetas que mejor lo caracterizaban, haya sido la de su inagotable capacidad para participar, con perseverancia inigualable, de actividades asociativas y por supuesto honorarias, con fines tan variados como la de integrante por el Orden Egresados del Consejo de la Facultad de Agronomía, hasta el grupo de gimnasia del Club Bohemios, pasando por múltiples militancias, como la de la Asociación de Ingenieros Agrónomos o la del grupo del “boliche de los viernes”.
Actividades a veces de carácter lúdico o exclusivamente social, pero en muchos casos tratándose de iniciativas de difícil concreción, para nada agradables y que en teoría todos apoyamos, pero pocos son los que efectiva y generosamente participan. Y nadie, como él, para anotarse en todas. Es más, era el primero en levantar la mano, arrastrando con su ejemplo a los remolones o indecisos. “Empatía” creo que le llaman ahora. Seguramente él no lo explicaría con palabras, pero lo hacía con la naturalidad de los hechos, con los que no mienten, sin pedir ni esperar contrapartidas.
Y esa capacidad increíble de dar ánimo a los demás aunque fueran momentos en que su situación personal lo necesitara como nadie. De transmitir alegría, con la amplia sonrisa, con el ¡vamo’arriba carajo! con el que inyectaba confianza y optimismo, aunque él estuviera de luto por dentro.
Pero así como no hay geómetras o matemáticos que puedan explicar lo de la cuadratura del círculo, tampoco hay biólogos o filósofos que puedan explicar el hecho de que existan seres cuyo corazón sea más grande que el conjunto de su cuerpo. Pero el Tanguito fue la prueba viviente de que existen. Aunque racionalmente neguemos la posibilidad de dicha existencia, que los hay, los hay.
La dejo por acá, Tanguito, aunque cada uno de tus innumerables amigos podría hacer más y mejores referencias de tu paso por la vida, pero sería cosa de nunca acabar. Así que seguí tranquilo por tus cielos de Clásicos y Libertadores pintados de amarillo y negro, de trifectas acertadas en la de césped o en la de arena, con el recuerdo eterno de la familia que te rodea. Y para matizar, “tomando una con los gomías”, con fondo del Polaco cantando Naranjo en Flor. Amigos que -y vos mejor que nadie para entendernos- no podemos evitar que al evocarte, se nos piante un lagrimón.
Chau hermanazo. Nos vemos en cualquier momento.
Rodolfo M. Irigoyen
4 de agosto de 2025
Sí. Se me escapa un lagrimon!
Gracias Martín por tu pincelada con colores humanos de su retrato inolvidable
Excelente querido hermano, si me muero antes q vos, quiero unas letras de tu sabia pluma!
Gracias por ese comentario tan elocuente y acertado sobre Eduardo Errea. Fuimos amigos desde la Primaria. Su padre nos llevaba a ver a Peñarol del cual fue fanático hasta su último día. Lo de Tango vino después. Un ser humano generoso, cálido, comprometido así como lo describiste. Merece descansar en paz y vivir para siempre en nuestro recuerdo.
Hermosas palabras dedicadas al gran Tanguito. Un ser humano integral. Gran compañero. Siempre apoyando.
Ahora desde allá arriba va a participar con cada uno de quien le pida un consejo. Siempre estará.
Gran abrazo Tango.
Muchas gracias Catalán por tu semblanza. Así fue el Tanguito un grande que se queda en nuestros corazones
Mil gracias por tanto cariño hacia alguien con quién siempre estaré agradecida.
Me recibió en su casa sin conocerme, recién llegada de México y siempre fue cariñoso, lleno de humor y con un vozarrón envidiable
Cuando la mano venía muy complicada y no había para donde rajar, increíblemente descubría algo bueno que a todos se nos había escapado.
Un gran Hombre y compañero.
Hasta siempre querido Tanguito
Preciosos relatos de los que te conocieron en profundidad.
Tácito querido hacia tiempo que no te veía
Manya irredento con el cual cruzábamos sabrosas chantas según el resultado del clásico
Admiradores comunes de la Tana Rinaldi y que en una lejana ocasión cantamos a dúo “Paredón, tinta roja”, QEPD.